JEHU

JEHU
AT THE END--

lunes, 21 de julio de 2008


He visto manos quebrarse y en un rincón ocultarse
Con dolientes ardores, con monedas y sin valores
Las he visto magulladas y de todos los colores,
Y cuando el hambre las aplaca, como sea estirarse.

He caminado por lugares lúgubres e intangibles
Con mujeres volubles, feas, difíciles y ruidosas,
Sin querer, las he idolatrado como a diosas
Y aun peor, las he descubierto también sensibles.

He conocido mujeres con carmín, ligas y cartera
Las he visto locas, quitarse los zapatos y correr
Tal vez, arrodilladas como perras; sexo tener
Y alguna vez en su rostro; una lagrima sincera.

He tocado el suelo frió de una noche sin abrigo
Entre putas rojas y entre maricones y travestís
Y en esas noches desenfrenadas y de éxtasis
No conocí amigos, más si me hice de enemigos.

He cenado con dizque; las gentes importantes
Amigos de la infancia, mas enemigos del mañana
Hijos de banqueros y salir con la fea hermana,
Abogados tan corruptos y políticos petulantes.

He estado sentado en el mismo cuarto funerario
Abrazando como quiera, una señora cualquiera,
Llorando sus penas, sin querer conocerla siquiera
Y en medio de todas ellas, conocer al victimario.

He escuchado historias tristes de hombres infelices
De vulgares charlatanes y de violentos criminales
Con sucesos increíbles y enfermedades terminales
Y algunos pesimistas y sinceros; olvidar ser felices

He llorado de noche, por aquellos animales
Que sin desearlo siquiera, ven consumir el mundo
Si no trabajara un poco, seria un simple vagabundo,
Si amara un poco, seria el remedio de mis males.

He soñado con nada, que quizá algún día consiga
Cambiar un poco el mundo, cambiarlo para que?
Solo se que lo intento, solo se y no se porque?
Mientras haya gente buena, quizá haya quien prosiga.

jueves, 3 de julio de 2008

NADA






No vales nada – me dijo.

Recuerdo que estaba vestida como pocas veces; botas negras, falda corta a cuadros y una blusa delgada y transparente que dejaba traslucir sus delicados senos. La rudeza de sus palabras me intimidaron un poco y aunque su mirada expresaba algo mas que odio, no puedo negar que la veía hermosa. Casi nunca discutíamos y las veces que esto sucedía apenas si llegábamos a decir un par de tonterías que con las horas desaparecían, sin embargo esto no parecía que llegara a ocurrir esta vez.

Esa mañana, yo había decidido tomar un café en el starbuck’s del ovalo Gutiérrez sin imaginar siquiera lo que ocurriría minutos después, llegue como a eso de las diez de la mañana, pedí un capuchino mocha blanco, tengo una fascinación indescriptible por esta mezcla de caramelo, crema de leche y café, y cogi una revista que había en una mesita frente a mi. Leí por un buen rato una entrevista que le hacían a Diane Keaton, cuando alguien me toco la espalda.

Clara, era alta, de cabellos negros y unos ojos celestes impresionantes, que nadie podía evitarlos pero a los cuales tampoco podían resistir por mas de quince segundos. Su cuerpo era una invitación al placer sin retorno y su apariencia toda, una musa inspiradora. Solía vestir con trajes elegantes que la hacían ver exquisita y aunque ya bordeaba los cuarenta años, su apariencia apenas si decía que tuviera treinta. La conocía poco y sin embargo me inspiraba una sensación confundida entre el deseo y lo imposible, mis amigos mas cercanos solían comentar acerca de sus beldades mas que de sus maldades, lo cual no era del todo cierto.

¿Como estas? - me dijo, mientras se tiraba el cabello hacia atrás. Yo estaba aturdido pues nunca antes habíamos cruzado mas de dos palabras. La mire de los pies a la cabeza y dije para mi; que estaba frente a la mujer mas sensual del mundo. Después de cederle una de las sillas mas cercanas a mi, me ofrecí invitarle algo, cuestión que ella rechazo de inmediato; encendio un cigarrillo y me empezó a mirar, mientras yo aun no sabia que decirle.

Apenas si salía de mi asombro de estar sentado ahí con ella, cuando se acerco impetuosamente, me miro fijo a los ojos y me pregunto si la deseaba. Yo estaba completamente pasmado, sin saber que decirle y menos aun que hacer, entendi que algo asi no podía estar pasando y que probablemente el café estaba demasiado pasado, lo cual me estaba causando alucinaciones. La realidad era mas atrevida y yo ya la tenia demasiado cerca, Clara se había acercado sigilosamente mientras yo divagaba en mis pensamientos. Tenia su rostro frente a mi y sus labios me invitaban a besarla, a tocarla y a volar con ella, no pude contenerme, la bese como nunca antes lo había hecho y solo me deje guiar por su notable experiencia.

No miento cuando digo que fue la mujer mas excitante que he conocido, debo decir también que entre sus besos; me volví a redescubrir, me sentí un hombre distinto, con una personalidad distinta y una vida entera echada por los suelos.

No terminábamos de besarnos aun (yo envuelto en su locura), cuando abrí los ojos y mire detrás de ella. Era Laura. La escena de placer que estaba protagonizando decidió transformarse en un segundo en una película de terror, donde yo no era precisamente el príncipe encantador. Clara, al darse cuenta, se alejo bruscamente y miro a Laura. Su mirada entre compasiva y acusadora, era demasiado para mi, la miraba como si no tuviera la culpa y además insinuaba que yo era el responsable de todo.

Laura no la miraba, su ojos estaban clavados en mi como dos espadas y yo no sabia que decirle, no entendía lo que ella esperaba de mi; era la victima de Clara, el culpable de su sufrimiento, el acusado de su mirada y el preso de mi error. Todo esto lo sabia, no podía defenderme de ninguna manera, todo estaba claro para mi, pero ella solo me miraba. Ese día no vi caer una sola lagrima de sus ojos, solo sentí desprecio conmigo mismo.

Después de unos interminables minutos de esa mirada, ya mas fría, ya mas malvada, cruzo en medio de los dos, miro a Clara con vergüenza y volteo hacia mi para lanzarme una bofetada, golpe que recibí sin moverme, me sentí realmente mal, quise pedirle perdón pero antes que pronunciara palabra alguna, me cerro la boca con estas palabras.

Era mi madre, no vales nada – volvió a repetir, mientras se alejaba.